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Es fácil despedir a la gente en México: Murayama
noviembre 23, 2010, Autor: Lilian Chapa Koloffon, Categorias: Noticias generales, PyMEs, Universitarios
En México y varios países latinoamericanos, los jóvenes se enfrentan no sólo el desempleo en general provocado por la crisis económica: también les es cada vez más difícil acceder a su primer empleo en la formalidad.
Cuando hablamos de empleos formales en términos de seguridad social nos referimos a quienes tienen un contrato de asalariado, por lo que, tanto ellos como sus patrones pagan mes a mes la cuota correspondiente al Instituto Mexicano del Seguro Social.
La especialista en Educación de la Oficina de la UNESCO en México, Wendy Arrieta, señaló que “las políticas de empleo juvenil se han concebido para generar más empleo, pero no consideran específicamente el sector al que van dirigidas”, publicó ayer el diario Reforma.
Vale la pena recordar en este tema que en marzo de 2007, el gobierno de Felipe Calderón puso en marcha el Programa de Primer Empleo (una de sus promesas de campaña).
El gobierno subsidiaba hasta el 100 por ciento la parte de la cuota obrero patronal de seguridad social que le correspondiera cubrir a los empleadores durante el primer año de contratación de un trabajador, mismo que también estaba sujeto a requisitos.
Pero ¿qué ocurrió con él?
El programa fue un gran fracaso considerando que su meta era generar hasta 300 mil empleos anuales estimulando el empleo formal y permanente. Pero las cifras del IMSS que publicó El Economista revelaron que en 2008, la cifra alcanzó solo las 146 mil 132 plazas.
De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación, los gastos de operación del programa ese año fueron superiores en 25.2% a los subsidios otorgados a las empresas registradas: los gastos operativos ascendieron a 59.882 millones de pesos, de acuerdo con el diario.
Por su parte, los empresarios sostuvieron en aquel momento que las reglas para integrarse al programa eran demasiado estrictas y se sentían fiscalizados por el requisito de “estar al corriente de sus obligaciones ante las autoridades fiscales federales” al momento de recibir el pago del subsidio.
Aquella no fue la primera ocasión en la que los empleadores argumentaron una supuesta falta de flexibilidad para explicar la deficiente generación de empleos formales.
Sin embargo, el Doctor en Economía Ciro Murayama, cuestiona en entrevista dicha valoración:
“Entre octubre de 2008 y el mismo mes de 2009 se destruyeron 640 mil empleos formales, es fácil despedir a la gente en México. Más del 50 por ciento de la población ocupada está en la informalidad. ¿Qué más flexible que eso?, ¿de cuántas empresas hemos sabido que las han cerrado porque sus empleados trabajan en malas condiciones?”.
Hace un tiempo que la vida laboral dejó de ser una trayectoria ascendente para los mexicanos. Los años transcurren con entradas y salidas del mercado laboral, trabajos de baja calidad, sin protección social y sin derechos, agrega Murayama.
Nunca antes, México había contado con tantos jóvenes entre su Población Económicamente Activa. Pero es justo este sector el que se está quedando sin oportunidades para crearse un patrimonio para el futuro: más de la mitad de los desempleados mexicanos en 2009 tenían entre 14 y 29 años de acuerdo con el Inegi.
Este bajo crecimiento, exclusión, y la no generación de empleo, advierte el economista, le va a afectar a los jóvenes por el resto de sus vidas y se trata de la generación más numerosa.
Murayama es claro a la hora de prever las consecuencias del desempleo juvenil: las decisiones de estos años van a marcar buena parte de nuestra historia del siglo XXI. La exclusión temprana (del mercado laboral y las universidades) puede ser sinónimo de marginación permanente.
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